El amor se entrega en Vietnam

El amor se entrega en Vietnam

Desde hace 2 años, cada fin de año o al principio del nuevo, las Hermanitas de la Asunción en el Vietnam organizan un encuentro con una comida fraterna para todas las familias con dificultades, a las que ellas han visitado y acompañado. Este año, el número de participantes ha aumentado al contar con la presencia de las familias y de los jóvenes del grupo becario « Sao Mai » de la Congregación.   

UNA CÁLIDA HUMANIDAD

            En los primeros días del nuevo año, empieza a refrescar por las mañanas. Pero especialmente esta mañana todo el mundo sintió cálido el ambiente no solamente por el sol, sino también por el «calor humano» ante el hecho de la presencia de numerosas personas venidas al encuentro fraterno y al compartir el ágape con las Hermanitas.

            A las 8h00, los últimos preparativos se habían terminado para acoger a nuestros amigos que llegaban por grupos poco a poco. Había personas de diferentes distritos: de Hooc Môn, del 12º, de Gò Vấp, de Bình Thạnh, de Thủ Đức… Iban muy temprano por no llegar tarde al encuentro. Las Hermanitas estaban entusiasmadas y felices de acoger a cada persona, aunque para algunas era la primera vez que las veían. Yo estaba emocionada viendo las dificultades de nuestros hermanos y hermanas discapacitados descendiendo del autocar y caminando hacia la entrada; otros venían en sillas de ruedas; algunos cojeando, otros con los rostros marcados por la lucha para ganarse la vida y por el dolor físico y/o moral; había también sonrisas, sencillez y alegría de los niños… Había personas con buena salud llevando a discapacitados en sillas de ruedas, que acompañaban a los más fatigados, los estudiantes, las Hermanitas atentas a cada uno y cada una para inscribir su nombre… Era como si todo el conjunto dibujara un hermoso cuadro que manifestara a todos nuestro  sueño de un mundo en que todos somos hermanos y hermanas, y en el que se vive la Caridad.

DESCUBRIMOS EL AMOR DEL SEÑOR

            Empezamos con la Misa dominical – Fiesta de la Epifanía – gracias a la que todos juntos nos sentimos unidos ofreciendo a Dios todo cuanto habitaba en nuestros corazones, como nuestros deseos de paz en este comienzo del año.

            La homilía del celebrante tocó profundamente el corazón de cada uno, en particular en aquellos y aquellos cargados de sufrimiento, de pena, cuando el padre les invitaba a redescubrir el rostro de Dios, el Emmanuel. Aquel que abrazó la vida humana, que descendió a la tierra para cargar la fragilidad y el sufrimiento del ser humano por Amor y hoy, es El mismo que se revela a todos los pueblos en el niño Jesús tan frágil. Y cuando se manifiesta así es para decirnos que El es “Dios con nosotros” en todos los acontecimientos de la vida. Dios ama y sufre con el sufrimiento humano. En verdad, todos, aquí en la Misa, se sentían reconfortados, fortalecidos en la fe y la esperanza cuando se saben amados por Dios y acompañados por Dios. En cuanto a las Hermanitas, reafirman la convicción de su noble vocación y misión de servir a los pobres, es lo que les urge a ser “instrumentos de Dios” para estar próximas, para apoyar y cuidar de aquellos y aquellas que no tienen voz, los pobres y discapacitados… para que “sus actos hablen Jesucristo”, según el carisma de la Congregación.

LA FRATERNIDAD SE ENTREGA

La Eucaristía fue seguida por una comida fraterna, alternando platos y cantos-danzas de las estudiantes, juegos, adivinanzas… para que todos pudieran participar; otros contribuían a la alegría de todos cantando. Al final fue la entrega de becas a los alumnos-estudiantes que vivían en condiciones difíciles. La alegría y las risas durante la fiesta parecían atenuar las preocupaciones, las dificultades para hacer frente a las necesidades de todos los días

            También fue durante el curso de esta fiesta cuando compartían sus sentimientos, sus múltiples preocupaciones, y numerosos sueños y deseos para el nuevo año fueron escritos y serán leídos en la oración del oficio de las horas de la comunidad… la fraternidad se manifestó a través de una escucha atenta, un compartir compasivo y gestos muy delicados que unos y otros se dedicaban. Este contexto me trajo a la memoria la encíclica FRATELLI TUTTI -sobre la fraternidad y la amistad social- en la que el papa Francisco señala: «Nadie puede afrontar la vida de manera aislada… Tenemos necesidad de una comunidad que nos sostenga y nos ayude, y en la que nos ayudemos mutuamente a mirar el futuro… Con nuestras solas fuerzas, corremos el riesgo de ver espejismos…Por consiguiente, cada uno y cada una  con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno cada una con su propia voz, todos somos HERMANOS y HERMANAS
(Extracto N°8).

¡Gracias Señor por habernos reunido aquí y por hacernos hermanos y hermanas en Ti! Ayúdanos a saber construir y a hacer fructificar esta fraternidad en el entorno mismo en el que vivimos. No dejes que se cierre nuestro corazón, nuestras manos, nuestros ojos ante su sufrimiento.

            Para terminar este compartir, quisiera hacer mía la oración de Madre Antoinette Fage – nuestra cofundadora de la Congregación de las Hermanitas de la Asunción: “Señor muéstrame a los pobres y yo correré hacia ellos con un corazón verdaderamente fraterno: Señor, Tu ayudarás mi buena voluntad, suplirás mi inexperiencia. Tú me enseñarás a ser respetuosa, delicada, discreta con todas sus desgracias».

la comunidad de Thủ Đức, Vietnam

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